martes, 9 de febrero de 2010

UNA MANO BIONICA LE PERMITE TOCAR EL PIANO


En el mes de julio del 2003, la vida de María Antonia transcurría entre el cuidado de su pequeño Eduard, un precioso bebé de 10 meses, sus clases de piano y sus recitales c omo pianista-acompañante, hasta que un día despertó con 40 grados de fiebre por una infección generalizada en la sangre por neumococo que le paralizó todos sus órganos y la mantuvo en estado de coma durante 54 días. A sus 37 años, a ella le tuvieron que amputar la mano izquierda a la altura del codo y todos los dedos de la mano derecha.

Al volver a casa

Cuando su familia temía lo peor, María Antonia abrió sus ojos y empezó a enfrentarse al mundo desde la Unidad de Cuidados Intensivos y a asumir un rosario de intervenciones de cirugía general y plástica y a un sinfín de jornadas de rehabilitación. Volvió a su casa en silla de ruedas, porque sus pies también sufrieron el trauma, y se encontró con un bebé que ya daba sus primeros pasos. “Él andaba y yo no”, dice.

Largos años de terapia funcional y psicológica, porque tuvo que aprender a hacerlo todo de nuevo y no podía escuchar música sin ponerse a llorar, a sabiendas de que el piano era un lujo que ya no estaba a su alcance, un divorcio y, eso sí, “un gran apoyo familiar, de mis amigos, de los médicos del Hospital de Bellvitge (Barcelona), en donde ocurrió todo el proceso, y de la Administración Pública, pero yo seguía en silla de ruedas y sin mis manos”, dice la mujer.

Cómo ser humilde

“Durante todos estos años he aprendido a ser más humilde, he descubierto que la capacidad del ser humano para recuperarse es increíble, que por muy fuerte que sea tu dolor, la vida sigue adelante y que se puede llegar mucho más lejos de lo que piensas, porque los límites nos los ponemos nosotros mismos”, dice María Antonia, de 43 años, quien conduce su propio vehículo desde la localidad barceloensa de Vilanova i la Geltrú, aunque se pase también tiempo en su silla de ruedas, porque el cansancio la vence.


Fue la propia María Antonia quien descubrió por la prensa, en el 2008, la existencia de Prodigits, una prótesis con dedos artificiales comercializada por la empresa escocesa Touchbionics, contactó con ellos, y se desplazó hasta Escocia. La mano milagrosa “me ha permitido realizar actividades tan elementales como llevarme un vaso de agua a la boca, ordenar libros, cocinar o brindar estas fiestas con mi hijo de siete años, que ya estudia segundo de primaria”, dice una satisfecha María Antonia.

La prótesis responde a los impulsos de los músculos del brazo, permitiendo al usuario realizar movimientos precisos, como los necesarios para sostener un vaso de plástico, pelar frutas o abrir botellas, con tan solo pensar en ellos.

En el diseño de esta ayuda técnica se ha tenido en cuenta causar un mínimo trastorno a su usuario en caso de avería. Por ello, cada uno de sus dedos es independiente y si alguno deja de funcionar se puede llevar a reparar por separado y continuar usando la prótesis.


“A veces no somos conscientes de lo afortunados que somos con la medicina en Europa” dice la pianista, que lleva en la mano izquierda una prótesis hasta el codo efectuada en España, “pero que, al carecer de sensores, no tienes conciencia de cómo aprietas y puedes hacer daño a la gente al presionar demasiado o romper todo lo que intentas atrapar”.

Agradecida con la prensa

La noticia de la “mano biónica escocesa” donada a la pianista fue seguida por la prensa. Una noticia que la Yamaha conoció y la llevó a contactar el pasado mes de diciembre con María Antonia para regalarle un piano equipado con el recién estrenado sistema Disklavier E3. “Es un piano acústico que incorpora todas las nuevas tecnologías y con el que se pueden grabar mis interpretaciones. Por ejemplo, para interpretar “La Pantera Rosa”, he tocado y grabado una parte, el piano la ha memorizado y luego he grabado el resto encima; también puedo poner la música más rápida o más lenta”, comenta encantada de la nueva vida con la que se le abre esta nueva década y de su rencuentro con el piano.

“Mi reto es aprender todos los secretos del manejo de este piano y sacarle el máximo partido, revitalizarme y volver a sentir la música. Para mí, todo este proceso médico ha sido una lección de humildad, porque, ¡necesitas tanta ayuda!”, dice. (EFE Reportajes)


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