viernes, 8 de julio de 2011

BANORTE NIEGA CREDITO A EMPRESARIO ARGUMENTANDO DISCAPACIDAD

El Universal

8 de julio de 2011


Jesús Flores Robledo tiene 48 años y es un pequeño empresario. Estudió la licenciatura en Trabajo Social por la UNAM y después distintos diplomados tras lo cual se volvió experto en capacitación y tecnología educativa que lo llevó a trabajar en distintas empresas e instituciones como Helados Holanda, la Cámara de Comercio del Distrito Federal y el Banco Mundial. Tras una carrera optó como muchos otros profesionales por aventarse a poner su empresa en el 2003.


Además de un crédito personal con una Sofol llamada “Mi Casita” para pagar un departamento para su familia porque Jesús es un hombre casado, también paga otro crédito hipotecario –con Santander Serfín-- con el que compró una casa para su empresa. Su historial en el buró de crédito es limpio.


En 1999, su esposa –quien trabaja también en el área de personal de una editorial-- y él decidieron crecer su familia y adoptaron a un par de niñas de 7 y 8 años, hermanas. Y como muchas otras familias, para el 2010, vieron la necesidad de comprar un departamento más grande para su familia. Aquí es cuando Jesús decidió solicitar otro crédito inmobiliario.


Un bróker lo ayudó, como a muchas personas, a solicitar varios créditos. Ya tenía el ojo puesto en un departamento amplio de 120 metros cuadrados donde cada una de sus hijas tendría su propia recámara. Como es un hombre solvente, varios bancos aceptaron darle el crédito, entre ellos Bancomer y Banorte.


“Y yo siendo patriota y bajo el supuesto de que son un banco mexicano, decidí optar por Banorte e hice todo el trámite con ellos”, me cuenta Flores. “Hasta abrí una cuenta empresarial con ellos y una personal y también una cuenta en dólares porque tengo clientes en el extranjero. También el servicio de nómina electrónica”.


El 20 de abril de este año, Flores recibió una llamada de la Notaria que había elegido –son dos y están juntas, la 19 y la 195, ubicadas en la colonia Condesa. Habían recibido la carta de “Instrucción Notarial” de parte de Banorte donde se reiteraba la aceptación del crédito. En la notaría lo citaron cinco días después para firmar tanto a él como al vendedor, le informaron que sus honorarios serían de 120 mil pesos y le pidieron un adelanto de 10 mil, el cual pagó.


Pero el 24 de abril por la tarde otra vez le llamaron de la notaría. Habían recibido una llamada de Banorte donde les decían que pararan la operación. La razón argumentada: que habían “descubierto” (cuando él lo dijo desde la solicitud del préstamo) que tenía una pensión de “invalidez” (así se llama) de parte del IMSS por la cual cobra algo así como 6 mil pesos mensuales. En el banco querían saber su “diagnóstico”.


A todo esto, Flores Robledo tiene debilidad visual desde que nació debido a una enfermedad genética que en él no se explica porque suele darle a personas que tienen en su árbol genealógico extenso antecedentes de familiares casados entre sí. Un padecimiento degenerativo que es común, me cuenta, en otros países como Japón, Cuba e Italia (sobre todo en la región de Sicilia). También en lugares donde había patrones de haciendas que ejercían “derecho de pernada” (tener relaciones sexuales con todas las jóvenes). Él tiene 7 hermanos más y nadie de su familia tiene la enfermedad. Lo suyo es, pues, una rareza genética.


Su debilidad visual que hace que vea poco –3 por ciento en un ojo y 3.7 por ciento en otro—y en “visión tubular”, es decir al centro, borrando la periferia, se llama oficialmente “Coroideremia”. Es parecido, me dice, a lo que tuvo Rigo Tovar que lo hizo quedarse ciego.


El año pasado, una alumna preocupada por él, Adelina, hizo que fuera a la asociación Ilumina especializada en personas ciegas y con debilidad visual. Y él fue dispuesto a que lo evaluaran y enseñaran. El propio capacitador le dijo que no necesitaba nada. De alguna forma muy sorprendente, este hombre sea adaptado a su medio ambiente, aunque no descarta utilizar software especializado. “Quizá en algunos años sí, sobre todo el autoparlante”.


Hace algunos años, cuando trabajaba en Holanda, sus jefes insistieron en que viera a un famoso retinólogo. “El mejor del mundo”, dice. El mismo especialista se sorprendió con él y le dio una hipótesis, que comparte: “Me dijo que me empeñé en adaptarme a lo limitado de mis campos visuales y creo que tiene razón. Yo tengo mucha visión, soy muy empeñoso”.


volvamos a la historia del crédito con Banorte. El banco, para el 27 de abril le mandó otro correo en el que informó que el crédito había sido rechazado . La ejecutiva Erna Sashin García Leal le decía que la “póliza de vida global” que se solicitó con el crédito había sido rechazado y por lo tanto el crédito mismo.


Flores se sorprendió mucho y buscó saber por qué. En Banorte no le dieron razones por lo que acudió a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, CONDUSEF. El 15 de junio le contestaron por escrito. Banorte argumentó que Flores no declaró que padecía “hipertensión arterial agravada con enfermedad macular” por lo que no era sujeto de seguro de vida y por lo tanto, de crédito.


A todo esto, Flores no tiene ninguna enfermedad cardiaca ni es hipertenso. El banco seguramente lo sacó de su diagnóstico del IMSS en el que se establece que tiene derecho a una pensión por el diagnóstico de “Coroideremia” SOLAMENTE, aunque sí anotan: “Paciente masculino de 38 años, con antecedentes de hipertensión arterial en padres”. Pero ojo: sus padres eran hipertensos. Él no. Además, ¡el declaró en el cuestionario para pedir el seguro de vida que sí tiene una discapacidad! Puso SI a la siguiente pregunta: “¿Tiene incapacidad total y permanente o tiene invalidez total y permanente?” (aquí no les pongo la liga al documento que se ve mal pese a la copia, pero yo lo vi y lo tengo) pero NO puso que tenía una enfermedad del corazón. ¿Será porque no la tiene?


Lo que sigue es una joya de la aceptación escrita de la discriminación. Con fecha 14 de junio el mismo Banorte le mandó una carta tras que él interpuso su queja ante la Condusef con folio 2011/090/168171. Ahí, esta institución, argumenta que el cliente “omitió mencionar que contaba con una discapacidad, por lo que al principio se envió la evaluación y el mismo quedaba como pre-aprobado”. Más adelante asegura: “… la solicitud fue rechazada ya que de acuerdo al reporte del IMSS, el Sr. Flores cuenta con antecedentes de hipertensión y Coroideremia”.


Flores tras esto, el pasado lunes 27 de junio interpuso una reclamación por discriminación ante el Conapred, que está en curso. A él ya no le interesa tener el crédito con Banorte (tanto Scotia Bank como Bancomer están dispuestos a dárselo) pero sí dejar un antecedente, lo cual es fantástico.


“No quiero que pase desapercibido. Ellos no sólo me están afectando a mí, sino a otros. Me da la impresión de que asocian a la discapacidad con mentira y con incapacidad para trabajar cuando no es así”, dice Flores. Y creo que tiene toda la razón.

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