domingo, 2 de junio de 2013

FOTOREPORTAJE

Por: Juan Carlos Sierra

El conflicto en Colombia tiene muchos rostros. Estas son las historias de vida de nueve personas a quienes la violencia no les impidió seguir adelante.


Ramiro Mazo
Para componer y cantar sus canciones de rap, Ramiro Mazo tiene que aprenderse cada línea de memoria porque no puede leer. El 31 de enero de 2011 estaba en un maizal en la vereda La Flecha, municipio de Ituango, Antioquia, cuando un perro que lo acompañaba pisó una mina. Sus padres habían muerto a manos de la guerrilla cuando él era muy niño y desde entonces trabajaba en los cultivos de la familia que lo recibió. Un mes después de la explosión, Ramiro despertó en un hospital de Medellín, había perdido el ojo derecho y la vista del izquierdo. Hoy comparte un cuarto de pensión con su amigo Omar, un curtido taxista que lo acogió cuando Ramiro se cansó de que su familia adoptiva malgastara los auxilios que le había dado el Estado. Quiere ser abogado y aprender sistemas para acompañar sus canciones con sonidos electrónicos.
Medellin, Marzo 21 de 2013.

César Mosquera
“A ustedes se les advirtió”, fue todo lo que dijeron los hombres que llegaron la noche del 15 de abril de 2004 a la finca de César Camilo Mosquera en Zapayán, Magdalena, donde vivía con su abuelo y su hija de 3 años. Venían armados y con pasamontañas, quemaron el rancho y le quitaron cuatro dedos de su mano izquierda con unas pinzas. En 2007 César regresó a la finca. En la madrugada del 16 de agosto el Ejército lo detuvo, acusándolo de pertenecer a las Farc. Tras dos años preso, César demostró su inocencia. Se dedica a la venta de chance y el despacho de licor en una cantina. El motor de su vida son sus dos hijas, de 12 años y 6 meses de edad, y la esperanza de recuperar su tierra que tuvo que dejar en 2004.
Zapayan, Magdalena, Febrero 21 de 2013.

Liceth Noche
El sonido de un avión hizo que Liceth Noche, que entonces tenía 10 años, saliera de su casa de la vereda el Palmón (municipio de Ciénaga, Magdalena). Miraba al cielo en compañía de sus hermanos Edinson y Jeison cuando varias explosiones cubrieron de tierra todo alrededor. Días después de ese 12 de junio de 2002, la Fuerza Aérea reconocería que había cometido un error al bombardear equivocadamente la finca de la familia Noche; Liceth perdió a sus dos hermanos, la pierna izquierda y la movilidad de la derecha. La familia decidió no volver al sitio del accidente y desde entonces viven en la capital. Actualmente, Liceth estudia enfermería: “como profesional podré ayudar a quien lo necesite”.
Bogota, Marzo 8 de 2013. 

Benjamín Morales
Eran las ‘fiestas de la Ituanguinidad’, en el municipio de Ituango, Antioquia, y Benjamín Morales celebraba en compañía de un grupo de amigos. A las 10:30 de la noche hizo explosión un paquete con explosivos que miembros del 18 frente de las Farc habían abandonado en una caneca de basura. Ese 14 de agosto de 2008 murieron ocho personas y otras 79 resultaron heridas. Del grupo de amigos, Benjamín fue el más afectado por la explosión, fue trasladado a Medellín y tras ocho horas de cirugía, le amputaron el brazo izquierdo. Terminó el bachillerato, tiene 21 años y desde que recibió el grado no se corta el cabello. Espera continuar con su rehabilitación y estudiar Historia o Antropología.
Medellin, 22  de Marzo de 2013.

Jorge Carbonell
Como quien guarda los dientes de leche, la madre de Jorge Mario Carbonell conserva las prótesis oculares de su hijo sin un motivo especial. Tenía siete años y estaba jugando en el antejardín de su casa en Santa Marta cuando recibió un disparo en la ceja. Al parecer se trataba de un ajuste de cuentas entre grupos paramilitares, el cual acabó con la vida de un joven residente del sector. La bala solo pudo ser retirada de su ojo derecho diez días después del atentado. Jorge Mario tiene 19 años y quiere estudiar maquinarias pesadas en el Sena. Le gusta divertirse como cualquier otro joven de se edad, reunirse a charlar con sus amigos, ver televisión y salir de rumba.
Santa Marta-Magdalena, 20 de febrero de 2013.
Nubia González
Estaba recogiendo desechos y chatarra en compañía de su familia en el resguardo de Barrancón, cerca de la Escuela de Fuerzas Especiales que se había instalado en las afueras de San José del Guaviare, cuando tomó de los escombros un objeto que estalló inesperadamente. Además de sus manos, Nubia perdió un ojo y parcialmente la visión del otro. Siete familiares resultaron heridos, pero ninguno tan grave como ella. La familia sueña con que los armados entiendan el Auto 004 emitido por la Corte Constitucional en 2009. En este se advierte que los jiw, comunidad indígena a la que ella pertenece, son un pueblo en peligro de extinción por causa del conflicto en el Guaviare.
San Jose del Guaviare, Guaviare, 26 de Septiembre de 2010. 

Familia Ceballos
La idea era bautizar a Luisa, que tenía 45 días de nacida, antes de las diez de la noche del 23 de marzo de 2005. Los ocho miembros de la familia Ceballos se dirigían a San Luis, Antioquia, pero entre las veredas de San Pedro y Chumurro cayeron en un campo minado. El abuelo de la niña, Manuel José, activó la primera de las dos minas que estallaron esa tarde. Nancy, la mamá de Luisa, activó la segunda. Padre e hija perdieron la pierna derecha y Luisa, por su parte, logró recuperarse de las heridas que le habían dejado las esquirlas. La familia Ceballos vive del comercio de víveres, Nancy tiene otros dos hijos, de 2 y 5 años de edad, y Luisa, de 9, es una de las alumnas más destacadas de su clase.
San Luis, Antioquia, 20 de Marzo de 2013. 

Obed Ayazo
Perdió a su hermano, a su hija y  su vista en menos de tres meses. El 25 de octubre de 1990 su hermano Rafael y otras 11 personas murieron en la masacre de Tierra Alta, Córdoba. Tres meses después, mientras caminaba con su hija de 2 años en brazos por las calles del mismo municipio, recibió cuatro disparos que lo dejaron ciego y le quitaron la vida a la niña. Los motivos del atentado nunca se conocieron, pero él piensa que los asesinos de su hermano creyeron que había sido testigo de su muerte. Hoy Obed, antiguo ebanista de profesión, vive en compañía de sus cuatro hijas y cuatro nietos, y vende bollos y pasteles en las calles de Soledad, Atlántico.
Soledad Atlántico, 21 de febrero de 2013.

José Gamboa
José Gamboa, de 60 años, venía de regreso de los llanos cuando se chocó con otro vehículo. No fue grave, pero era necesario hacer el croquis y las pruebas de alcoholemia. Él y el conductor del otro vehículo dejaron sus carros a la orilla de la carretera y la Policía los llevó a Chipaque, la población más cercana. José volvió media hora después y justo antes de subirse a su camioneta pisó un artefacto explosivo que le ocasionó la pérdida de su pierna izquierda. En los días posteriores, al menos nueve minas antipersona fueron desactivadas por el Ejército en esa zona. Actualmente, José madruga todos los días a trabajar en su negocio de fabricación de cocinas integrales.
Bogotá, 8  de Marzo de 2013.

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